5 sept 2012

CON UN VACÍO EN EL ALMA


                                                                                    
 
 
                                                          CON UN VACÍO EN EL ALMA

Cuando una persona nace con un vacío en el alma que le ha sido asignado desde antes de nacer por el cielo o quien su Creador sea, en otra parte del planeta nace la llave de ese vacío, pero es bastante difícil que las dos partes se encuentren y  además, a veces cuando se encuentran muchos factores afectan, como entre el eje y la rueda de una carreta.  A veces abunda una parte y no alcanza la otra, o una rueda es más pequeña, como en las llantas de emergencias de los autos. La vida humana es así.  Todos hablan de felicidad, de uniones más o menos perfectas, y de otras que nunca llegan a ser felices aunque vivan en paz toda una  vida, como sucede con los matrimonios entre parejas de ciertas nacionalidades y religiones, que los casan sin contar con sus sentimientos por la religión o las conveniencias de las familias, las iglesias o los gobernantes de turno. Así, llenar el vacío en un alma no es tarea que uno voluntariamente quiera hacerlo, ni obligatoriamente menos; llenar un vacío solo el destino lo hace, si llega el caso. Y en ocasiones uno puede llenar parte de ese espacio, pero no el total y es necesaria la intervención de terceros… Y ya entramos en una situación enteramente distinta que nos lleva a examinar cada pieza de la maquinaria y nunca, por más que nos esforcemos vamos a poder resolverlo. Psicólogos, psiquiatras, expertos y toda clase de expertos tratan  de resolver estos casos, pero las realidades sociales y las legales, las tradiciones y los compromisos se imponen, por ello al final del día todos acaban por aconsejar a cada uno que se conforme con lo que tiene, para lo cual no hubiera sido necesario ni tratar nada.

Mi larga vida me ha enseñado que todos nos necesitamos los unos a los otros, pero que todos  vivíamos antes de conocernos y podemos vivir los unos in los otros.  Los hijos salen al mundo lejos de los padres, los hermanos se alejan sin más contacto que tal vez una carta en las distancias de tiempo y físicas; el ave vuela del nido,  y los sentimientos quedan como las ramitas aburridas de lo que una vez fueron florecidos retoños, luego cálidos nidos y al final gajitos disecados por el tiempo y abandonados por sus pichones. Tal vez alguna plumilla descarriada les queda para el recuerdo.

Yo quisiera ser un mago y de la nada crear una estrella que iluminara cada ser en su espíritu de modo que por un instante siquiera fuera feliz cada uno, y que sus almas se llenaran con mis deseos para satisfacer sus sueños; pero soy tan pobre, soy tan incapaz, soy tan…tan…tan…  como una campana hueca que por no tener un péndulo duro, no suena…. Poco tengo, poco puedo, solo sueños… y los sueños, sueños son.

Pero la vida sigue su pesada marcha; el planeta gira y del espacio le penetran millones de granitos de arenas que se queman al penetrar nuestro ambiente. Nuestras almas no son ajenas a esto, se nos queman a diario, al tratar de penetrar los misterios de la vida, mientras viajan vacías en busca de sustento.  ¿De qué sirve pensar que uno ama? ¿De qué sirven las ruedas del silencio, si a gritos las almas viajan vacías en busca de sus cielos?

Cielos no hay, solo hay un espacio vacío; tan vacío como los lagos sin agua, los mares sin olas y los corazones sin sangre. Yo no puedo llenar los barriles que detrás de los ranchos recogen las lluvias, porque las lluvias en mi vida son de sortilegios envueltos en sangre que riegan los dioses sobre las viñas para darnos el vino del amor, la esencia de la vida. No, yo no sé volar por el firmamento; no puedo elevar un a plegaria al cielo porque allí no hay nadie que me escuche, ni puedo levantar la pesada carga de arenas que hoy son granitos y cascos viejos, pero que ayer fueron el cemento que hizo grande, bello y fuerte el templo del amor.  Los árboles que rodean el templo nos miran con sus flores marchitas al pasar sin valor y sin risas.  Ya no cantan las aves al son de las primaveras, ni se alegran las aguas del lago; las almas viajan con las alforjas vacías, como el arria de mulas que escala la montaña en busca del café.

Se mueren las ostras y las perlas a medio crecer se desbordan y lejos de iluminar el cuello y la pulsera de la doncella deslumbran al pez que rebusca en los fondos al pez más pequeño para su alimento.   No puedo llenar el vacío porque requiere de muchos.  Si las joyas, las caricias, las fiestas y el oro no pueden enriquecer las arcas del tesoro del sentir de la princesa, no puede el beso de un sapo alentar sentimientos de la gloria del cielo en la laguna. No es misterio, es la sangre que corre por las venas de la guitarra que se quedó dormida en una nota; ausencia de sonido, luz obscura del bosque muerto que se quedó sin alma.

Poco importa si el volcán interno de un amante chilla y lanza su lava por los mares y las cenizas por los  aires; si al final solo piedra quemada pavimenta las islas y las arenas y cenizas, cenizas son y al suelo regresan por más que hayan volado.

Al cielo fuimos, lava, ceniza y yo, y del cielo caímos, como  como caen las ánimas con las alas quemadas cuando pecan ante Dios.  Poco queda más que otro corazón vacío, otra alma sin sustento, otro poema sin rima, un recuerdo imaginado de sueños que nunca supieron navegar por los continentes del entendimiento….  Todo es nada, el color es ilusorio, el iris del arco es hológrafo burlón, la nube es blanca pero no es fiel, por eso asume los colores de la sombra, el sol, el oro, la plata y las luces de la ciudad.

No sé yo de llenar vacíos, vacío estoy; tampoco sé si del rocío las gotas han de quedar planas en el pétalo de la rosa, porque al menos yo las veo redonditas como una bolas.  Vacío el corazón, vacías las almas, vacío está el universo, porque vacía está mi canción.

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