CON UN VACÍO EN
EL ALMA
Cuando una
persona nace con un vacío en el alma que le ha sido asignado desde antes de
nacer por el cielo o quien su Creador sea, en otra parte del planeta nace la
llave de ese vacío, pero es bastante difícil que las dos partes se encuentren
y además, a veces cuando se encuentran
muchos factores afectan, como entre el eje y la rueda de una carreta. A veces abunda una parte y no alcanza la otra,
o una rueda es más pequeña, como en las llantas de emergencias de los autos. La
vida humana es así. Todos hablan de
felicidad, de uniones más o menos perfectas, y de otras que nunca llegan a ser
felices aunque vivan en paz toda una
vida, como sucede con los matrimonios entre parejas de ciertas
nacionalidades y religiones, que los casan sin contar con sus sentimientos por
la religión o las conveniencias de las familias, las iglesias o los gobernantes
de turno. Así, llenar el vacío en un alma no es tarea que uno voluntariamente
quiera hacerlo, ni obligatoriamente menos; llenar un vacío solo el destino lo
hace, si llega el caso. Y en ocasiones uno puede llenar parte de ese espacio, pero
no el total y es necesaria la intervención de terceros… Y ya entramos en una
situación enteramente distinta que nos lleva a examinar cada pieza de la
maquinaria y nunca, por más que nos esforcemos vamos a poder resolverlo.
Psicólogos, psiquiatras, expertos y toda clase de expertos tratan de resolver estos casos, pero las realidades
sociales y las legales, las tradiciones y los compromisos se imponen, por ello
al final del día todos acaban por aconsejar a cada uno que se conforme con lo
que tiene, para lo cual no hubiera sido necesario ni tratar nada.
Mi larga vida me
ha enseñado que todos nos necesitamos los unos a los otros, pero que todos vivíamos antes de conocernos y podemos vivir
los unos in los otros. Los hijos salen
al mundo lejos de los padres, los hermanos se alejan sin más contacto que tal
vez una carta en las distancias de tiempo y físicas; el ave vuela del nido, y los sentimientos quedan como las ramitas
aburridas de lo que una vez fueron florecidos retoños, luego cálidos nidos y al
final gajitos disecados por el tiempo y abandonados por sus pichones. Tal vez alguna
plumilla descarriada les queda para el recuerdo.
Yo quisiera ser
un mago y de la nada crear una estrella que iluminara cada ser en su espíritu
de modo que por un instante siquiera fuera feliz cada uno, y que sus almas se
llenaran con mis deseos para satisfacer sus sueños; pero soy tan pobre, soy tan
incapaz, soy tan…tan…tan… como una
campana hueca que por no tener un péndulo duro, no suena…. Poco tengo, poco
puedo, solo sueños… y los sueños, sueños son.
Pero la vida
sigue su pesada marcha; el planeta gira y del espacio le penetran millones de
granitos de arenas que se queman al penetrar nuestro ambiente. Nuestras almas
no son ajenas a esto, se nos queman a diario, al tratar de penetrar los
misterios de la vida, mientras viajan vacías en busca de sustento. ¿De qué sirve pensar que uno ama? ¿De qué
sirven las ruedas del silencio, si a gritos las almas viajan vacías en busca de
sus cielos?
Cielos no hay,
solo hay un espacio vacío; tan vacío como los lagos sin agua, los mares sin
olas y los corazones sin sangre. Yo no puedo llenar los barriles que detrás de
los ranchos recogen las lluvias, porque las lluvias en mi vida son de sortilegios
envueltos en sangre que riegan los dioses sobre las viñas para darnos el vino
del amor, la esencia de la vida. No, yo no sé volar por el firmamento; no puedo
elevar un a plegaria al cielo porque allí no hay nadie que me escuche, ni puedo
levantar la pesada carga de arenas que hoy son granitos y cascos viejos, pero
que ayer fueron el cemento que hizo grande, bello y fuerte el templo del
amor. Los árboles que rodean el templo
nos miran con sus flores marchitas al pasar sin valor y sin risas. Ya no cantan las aves al son de las
primaveras, ni se alegran las aguas del lago; las almas viajan con las alforjas
vacías, como el arria de mulas que escala la montaña en busca del café.
Se mueren las
ostras y las perlas a medio crecer se desbordan y lejos de iluminar el cuello y
la pulsera de la doncella deslumbran al pez que rebusca en los fondos al pez
más pequeño para su alimento. No puedo
llenar el vacío porque requiere de muchos.
Si las joyas, las caricias, las fiestas y el oro no pueden enriquecer
las arcas del tesoro del sentir de la princesa, no puede el beso de un sapo
alentar sentimientos de la gloria del cielo en la laguna. No es misterio, es la
sangre que corre por las venas de la guitarra que se quedó dormida en una nota;
ausencia de sonido, luz obscura del bosque muerto que se quedó sin alma.
Poco importa si
el volcán interno de un amante chilla y lanza su lava por los mares y las
cenizas por los aires; si al final solo
piedra quemada pavimenta las islas y las arenas y cenizas, cenizas son y al
suelo regresan por más que hayan volado.
Al cielo fuimos,
lava, ceniza y yo, y del cielo caímos, como
como caen las ánimas con las alas quemadas cuando pecan ante Dios. Poco queda más que otro corazón vacío, otra
alma sin sustento, otro poema sin rima, un recuerdo imaginado de sueños que nunca
supieron navegar por los continentes del entendimiento…. Todo es nada, el color es ilusorio, el iris
del arco es hológrafo burlón, la nube es blanca pero no es fiel, por eso asume
los colores de la sombra, el sol, el oro, la plata y las luces de la ciudad.
No sé yo de
llenar vacíos, vacío estoy; tampoco sé si del rocío las gotas han de quedar
planas en el pétalo de la rosa, porque al menos yo las veo redonditas como una
bolas. Vacío el corazón, vacías las
almas, vacío está el universo, porque vacía está mi canción.
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