10 dic 2010

LO QUE PUDO SER Y NO FUE

LO QUE PUDO SER Y NO FUE

> General, Narrativa — Gilberto @ 5:22
¡Oh, perdón, señora, perdone mi torpeza!
¡….!!!
Venia tan absorto en la lectura que no me he fijado en el camino…no he mirado
hacia adelante… -tartamudeando queria explicarme, pero no me salian las palabras
de la boca.
¡…Pero es que, no, no, no es posible, no es posible…!
Aturdido por un momento trato de salir de mi inexplicable confusión. Venia
entretenido leyendo un libro, sé que caminaba por el cesped de lo que me
parecia ser un parque natural, no creo haber penetrado an alguna propiedad
ajena, pero…
¿Tú, de veras que éres tú, ¨pinche¨ Güera…?
Seguí mirándo aquel bello rostro con su seductora cabellera larga hasta media
espalda, rubia como el sol al amanecer, la sonrisa amplia y esos ojos que
destilan al mirarme toda la pasión que solo el cielo ofrecernos puede… “…a mi
si puedes halarme el pelo, si quieres; toma, tira dél.” Sonaron en mis sentidos
sus palabras con la misma alegre frescura con que una vez me lo ofreciera. ¡Oh,
memoria mia, estoy de pronto de nuevo frente a ella, una mañana mientras el tren
se elevaba por el puente que atraviesa el rio!
Por no sabré yo jamás que desdichada razón, al descolgar mi brazo izquierdo de
la barra superior del coche, tal parece que un boton de la manga de mi
chaqueta, rozando los cabellos de una señora japonesa que trabajaba en el mismo
edificio que yo, y con quien por mucho tiempo charlaba a lo largo del viaje de
cada mañana, y al enredarse le tira del pelo a la buena mujer que, a su vez, se
sintió terriblemente ofendida y me lo expresó sin pensarlo mucho.
Varias señoras que viajaban al mismo tiempo en aquel coche, y que prestan sus
servicios en los tribunales a mi lado o en oficinas aledañas, a coro saltaron a
mi defensa, y comenzaron a narrar todo tipo de experiencias de otras ocasiones
ajenas al caso y momento. Mas tú, tu no; tu solo me dijiste, “el mio si lo
puedes halar, toma, tira del mio.” Y pusiste tu larga melena sobre mi brazo.
Y en muchos dias subsiguientes al encontrarnos cada mañana y alguna que otra
tarde en el contínuo viajar hacia y de nuestros centros de trabajo, durante
varios años al verme te brillaban los ojos, me ofrecias tu bella mejilla para
que te besara y me dabas cualquier tipo de charlas con la alegria de una
colegiala cuando le ofrece un chico la primera rosa. Me hablabas de tus hijas,
de tu empleo, de pais, las modas, y de tus actuaciones como cantante de una
banda mejicana. Creo que tu esposo era el director del conjunto. Y que solo me
lo mencionaste dos veces a todo los largo de los años.
Tambien recuerdo cuando me contabas lo de aquel charro borrachin a quien por
amistad y compasión mantenian en el grupo para que ganara el pan de sus hijos y
no se cayera otra vez por esos callejones del destino…Nada tuyo me ocultabas,
dolores, alegrias, penas, exitos, dificultades… Ni se me olvida la historia que
me contaste, de la jueza amiga mia que te presenté, dizque te propuso contrato
para que tu banda amenizara una fiesta que ella habia de ofrecer a un alto
funcionario judicial y, cuando se habló de precios no les contrató porque
aspiraba a que les cobráran como recogedores de tomates y pepinos, no como
artistas profesionales…mucho de ti surge a mi memoria aquí, frente a ti,
mientras mis ojos se deleitan y mis oidos vibran de placer…oyendo nuevamente tu
voz, después de tanto tiempo.
¡Ay, pobre de mi!, que aquella vez en el restaurant de Coco, el que estaba al
doblar de la esquina, a la hora del almuerzo nos encontramos y me anunciaste
rebozando de alegria y sin preámbulos que el jueves próximo, creo que era un
lunes, iban tu y la banda ranchera a tocar toda la tarde, en la fiesta que
celebraban los empleados de una empresa vecina en el edificio de la Cámara, en
la otra calle. Si, y sin mas dijiste con una invitación más brillante en tus
ojos aún que en tu vibrante voz:
” Si vienes te voy a dedicar una canción.”
Y yo no fui.
No, no es que no me agradara tu invitación, ni que en mi corazón residiera la
más leve intención de despreciar tu fino gesto, no; es que a veces soy muy
tonto.
Y cuando no te veia en el tren cada mañana, sentia tu ausencia, mientras que
cuando te veia, siempre eras tú quien me veia y llamaba o venia hacia mi aún
despreciando el cómodo asiento en que viajabas para darme un beso y transmitirme
tu alegria. También debo confesar que una y muchas veces me cruzó por la mente
una ilusión de tenerte en mis brazos alguna vez. Pero al mismo tiempo, pobre
diablo que soy, mi propia conciencia me detenia en el medio del ilusorio paseo.
Riete. Riete si quieres y cuanto quieras, derecho tienes de hacerlo. Has visto
algo y mucho sé que has oido de mí. No, no te niego que muy pocas veces, si
alguna, me detuvo la idea de que yo sea casado o que una mujer que atraiga lo
sea, no. Pero cuando me hablabas con tanto placer y orgullo de tus hijas,
adultas ya, y aunque no me lo dijeras nunca, creo que no eran hijas de tu esposo
actual, se me atravesaba la idea de que podia, si algo ocurriera lastimar a esas
hijas tuyas que nunca conocí. Si, ríete, pero es cierto. ¿Ves que no soy tan,
tan, tan como dicen las gentes…?
¿Por qué me sobraban mujeres? Acaso puede ser cierto, no te lo niego; puede que
asi haya sido…no lo se. Yo no soy santo. Tiempo he tenido de pensar en ti,
desde que a las naves de nuestras vidas les cambiaron los vientos. Las vidas
profesionales cuestan esos precios.
¡Oh!, ¿tú piensas que si hubiésemos continuado viéndonos a diario, yo nunca te
hubiera tomado en cuenta? Quiero creér que es una buena razón de lógica
femenina, de esa cabecita de oro tuya…
Y ya que una vez y más me dijiste que el músico borrachin, cuando se estaba
cayendo porque la carga de tequila le pesaba mucho, te llamaba, “pinche
–e-güera”, que no te gustaba que lo hiciera. Y sin pensarlo mucho un dia, por
mera tentación, yo tambien te saludé esa mañana, un par de dias antes de la
Navidad, con un “hola, pinche güera.” Nunca voy a olvidar que me dijiste al
momento: “Tú si, puedes llamarme, “pinche guëra”, de ti no me ofende nada.”
Fuertes tu palabras siempre que has hablado. No duras, no;pero si convencidas,
de una decisión aparentemente preconcebida, ya pensada, cosa hecha. No te
ofendas, por favor, si ahora he de sonarte vanidoso, no; no mi intención hacerme
el machista, el galán de la novela, no; es que al fin un dia habia de llegar en
que te hablara directo y con claridad, aún cuando sé que al pasar de los años ya
lo que fué no es más y lo que pudo haber sido y no fue, en modo alguno puede
repetirse. Pero tal vez recuerdes conmigo aquella tarde en que mientras
viajabamos de regreso de nuestros trabajos, por causalidad en el mismo tren,
habiendo cada uno de su puesto salido mas temprano de lo acostumbrado, me
contaste que tu auto estaba en el taller de reparaciones y necesitabas llegar a
tiempo a cierto lugar cercano a tu casa y no muy distante de la mia…..
Tu esposo no estaba en casa. Si llamabas a tu hija mas cercana demoraria 40
minutos o mas en llegar a ti….y un vacio que chillaba ante el cielo fue mi
reacción. Vacio quedó el cielo. Vacio quedó mi el espiritu que llena mis sienes…
Vacios debieron ese dia quedar los pobres vestigios de ilusión alguna, si es que
no estoy muy equivocado y la hubo en tu corazón, al ver que me has puesto el
manjar en los labios y no he sido capáz de morderlos…pero puede que me haya
equivocado y solo me pedias, por simple razón de necesidad, ayuda como amigos
que creias que éramos. No lo sé. Soy demasiado ingenuo, ya te he dicho.
No, no me ofrezcas el consuelo de tus manos para que pueda aún yo mantener una
semblanza de varonil compostura. Ser hombre no es solo el creérse conquistador;
tambien de agua están hechas sus carnes. Y el agua se diluye facilmente.
¡Ah, si, claro!, si dejo de recriminarme a mi mismo ahora, y tratamos de salvar
una flor del jardin lejano, me dices, y una vez mas me llevas a ver esa aureola
de cabellos trenzados en un sol que te adorna la espalda, si me miro al fin en
tus ojos….ni siquiera sabes que ahora estoy muy viejo, que los años de ausencia
de mi solo han dejado recuerdos, que la soledad que me acompaña no tiene abrigos
ni lenguaje que acaricie, pero nunca me abandona….No, lo sabes y no lo sabràs,
por eso lo digo en silencio…
Hablemos de la luz, de la nieblas, de aquella canción que ofreciste cantarme el
próximo jueves…si no se te ha olvidado aún.
Oigámosla con Lara, ” …cántala conmigo, y vuélvela a cantar, tonadita que se
pega como un beso; como un beso de tu boca de coral…” Cantémosla a dúo, aunque
no la hayamos ensayado, es solo para nosotros dos.
Si, anda, no me niegues por rencor u olvido, cantemos al amor.
Ven. Ven, siéntate a mi lado, aquí, en esta piedra tan fria debajo del roble tan
bien recortado. Ven. Respira profundo que ese grandioso conjunto de perfumes
viene de muy cerca de…de…de…
¿Cómo dices? Esa piedra, aquí, bajo la luna, tan fria es…
¿…es un…? ¿Es una…? ¿Es tu…?
Por el oriente surgió un relámpago…y otro, y otro y muchos, muchos mas…Ven, no
te asustes; déjame cubrirte con mis brazos, toma mi chaqueta, ella te abrigará
un poquito.
¿Pero…? La lluvia repentina arrancó la chaqueta de mis manos mientras que una
violenta racha de viento me lanzaba bocas abajo sobre lo que parecia ser un muro
de cemento. La llamé. Sabe el cielo cuantas veces la llamé sin volver a oir su
voz, y la tormenta cada vez mas furiosa me impedia salir del estrecho espacio
que habia entre los dos muros y alli, acostado amanecí. Mucho debo haber dormido
yo, porque cuando vi delante de mi a aquél hombre, cuyas ropas destilaban agua y
lodo, que pala en mano me sacudia, al tiempo que me llamaba no sé yo qué y…que
debia irme a dormir la borrachera a otra parte,” ya nadie respeta ni a los…”
Perdón, debo haberme dormido durante la tormenta.
Si, se ve. Mire como está hecho andrajos, debia darle vergüenza.
Y mire el colchón en que ha dormido.
Me volvi para mirar al punto que su dedo me indicaba.
Un ramo de rosas frescas aún, una cruz sobre la cabecera…
…y una inscripción tallada en bronce:
“Aquí yace…”
Si, ahí duerme ella…para la eternidad.
Me dijo el sepulturero.

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