10 dic 2010

SI NO ME MIRAN TUS OJOS

Julio 2009

Si no me miran tus ojos

       Si tus ojos se me ocultan, o solo me miran subrepticiamente a la distancia, no te culpo. Si acaso en tus recuerdos me piensas alejado, te doy toda la razón. Y si acaso en medio de las tardes, cuando el sol tiende a bajar en su lejano carruaje de oros y rizos, de doncellas temblorosas que ven al amor escapar a sus sueños mas preciados, me piensas ausente de tus sentires, poco puedo argüir por mi defensa. 


  
Culpable soy de la ausencia, infeliz montón de memorias son mis amantes, que lejanas me acunan y me dicen al oído que estoy a salvo, sin riesgos y protegido por muchos brazos amantes.  Verdades todas, por cruel que suenen. Amar es celo, pero celo del bueno; celo del que cuida, del que protege, del que guarda…

Y mi distancia me acusa. Cruda es mi noche lejos de tus amantes brazos. Rugidos de aquellos que gimen por amor transportados por la hienas de la oscuridad restallan en mis oídos, cual le sucede a los buzos en las mayores profundidades del mar. Y cuando busco tus brazos en mi lecho, tu almohada es un helado y silente fantasma que en su silencio sin suerte se me entrega sin llorar.

Almohadas solo son, más no tus brazos. Silentes siempre están, mas, en su silencio hay un grito de esperanza, una queja de ausencias, un vacío sin llenar, un dolor de caderas que una vez se soltaban a los vientos alegres de la rumba y una voz que llenaba el campo con sus ritmos. Comprendo que no hay sueño y que también se entorpecen tus sueños. Nací de ti y he sido para ti…pero ya los ves, tu estás allá esperando, y yo estoy aquí llorando.  Llorando estoy, sí; de cobardía por que no están mis cabellos regados sobre tu pecho, ni mi pecho abierto al cielo junto a ti. Que también lloran los hombres cuando el dolor es fuerte, aunque los tontos pretendan negarlo. Todo aquello que es amado, merece una cálida gota rodando por las mejillas.

Por ello, si no me miran tus ojos, yo lo comprendo. Si sus besos me niegan tus labios, derecho tienen. Y si al pasar las olas por tus playas no acarrean mensaje alguno para mis naves, navegaré en silencio, sabedor de tus angustias, compartiendo en mis ansias tus dolores.

Sé que me amas y mucho, más no me envanezco. Sufro por ello mucho más.

También mucho te amo yo. Mi vida recibí de tu vientre, tus ojos me brindaron su luz y tu amor mucho calor a mi lecho siempre le ha dado. No puedo por ello alejarme de la ventana que mira a tu ventana, ni alejarme mucho de aquel punto desde donde pueda un día escuchar tu voz.

No, no te soy ajeno, ni te he olvidado, ni me enojo si me sientes lejano o descuidado a, y de tus sufrimientos.

No. Mi bolsillo carga la riqueza de tu perfume en el pañuelo, mis labios se refocilan al recordar el banquete disfrutado de tus guisos y mis oídos creen escuchar el murmullo dulce de tu voz, a cada instante. No hay caricia que me baste ni beso que me guste tanto, ni siquiera requiebros que otras voces de modo alguno que  me dirijan. No. Solo tú.

Solo en tus brazos el gran amor de mi vida he hallado; solo en tus labios la miel de la esperanza he podido libar, y solo en ti, por ti, para ti he vivido, vivo y viviré  hasta un kilómetro más allá de la muerte, más allá de mi piel.

No, por favor, no me mires ahora…deja que pase este instante; anda, pasea un poco por el bosque y escucha el cantar del silencio entre las madrugadas y nieblas.

Espera un ratito siquiera, toma mi mano, por favor y deja que mis labios ante el ara del cielo y la brisa pronuncien tu nombre otra vez, con este dolor que me punza:
¡Te Amo Cuba Mía!

Don Gilberto

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