10 dic 2010

SAL EN MIS OJOS

SAL EN MIS OJOS

> General, Poesía — 
Por Gilberto Rodriguez
Esa gota que has visto correr sobre mi mejilla, salada es;
tan salada
como las aguas de la bahia, mas sin embargo, distinta es.
Las aguas
de la bahia han llegado de paso
luego de revolverse juguetonas,
furiosas, alegres, airadas, silentes
y cristalinas
y a veces en rojo de sangre,
esas son las mensajeras del trueno
que se deslizó entre los hielos,
hirvió sobre el volcán creando nubes
y se hundió a su paso por la aurora
para permitirle al buque de mi vida el viaje.

Mas ésta que en mi rostro viste
no; esta no ha viajado,
esta fué creada sin yo saberlo,
dentro de mi corazón y sienes
para expresar mi dolor silente
al abandonar mi tierra
al tiempo que esconder mi angustia
para no aumentar la tuya.
Esa gota que furtiva se me escapa,
que me delata,
que le dice al cielo que los hombres si lloran, esa;
amiga mia,
es la leche que mamé del seno de una cubana,
es el grito
de una tonada guajira que se me quedó en la garganta
al partir… es
el arena de mis playas y las tuyas que se bañan
de El Undoso, es
la brisa que llena las velas del taburete
para que se eleven
gritos de libertades y ausencias
al son de una tonadilla
o una tajada de suelo.
Suelo. Mi suelo, nuestro suelo.
Mi rostro se arruga,
mi cuerpo envejece
y me arrimo a las aguas,
aguas repito saladas
como la que corre por mis mejillas
pero nunca tan amargas.
Porque amargo es
el despertar en tierras lejanas, a veces.
Aventuras por doquier
ha sido mi existencia,
risas, besos, aplausos,
silencios, distancias,
jardines y ruiseñores,
valses y puñaladas,
salones y trincheras,
flotas y naufrágios,
peleas y placeres,
libros y palacios
han sido mis compañeros
al danzar de los mares,
al abrir la mañana,
pero quieran lo que de mi quieren
soy un poco como aquella
cabra que quiso siempre volver al monte.
Y por eso lloro.
Y aunque me dijeron que los hombres no lloran,
nunca me previnieron
que cuando el dolor de la tierra hiere,
la sal irrita los ojos.
Otros te diran,
“No es que lloro; es que me ha caido una pajita en el ojo.”
Y se sienten bien.
Mira al otro lado por favor,
que estas aguas
que vemos aqui,
en esta linda playa de Miami,
hace apenas tres dias
que se enjugó en La Isabela.
Tal vez por recato no me lo diga,
mas yo
me pregunto al tocarla y sentir su frescura en las manos,
“¿qué isabelina, sagüera o uverina
se mojó las plantas con tus besos?”,
o ¿quién de los nuestros que allá nos esperan
navegó en tus cabellos
de espuma, o pescó en tu vientre?”
Y me parece ver las aguas sonreir.
Si,
a lo mejor esa blanca espuma que exhiben las olas
es la sonrisa
que desde su reino en la profundidades
nos envia la Reina
de los mares,
Ondina.
“Gracias, bella majestad.”
No, yo no lloro por mi;
yo lloro junto a La Patria por nosotros,
por ti, por mi,
por ellos …
y eso es probable que me obligue
a inclinar una rodilla al suelo…pero,
si es asi,
es como que he caido en un sueño
pasajero,
que se reparte entre el terral y el ciclón,
entre el horno y el volcán,
entre la guerra y la oración,
entre el principio y el final.
Uno a todo;
vida en cenizas que se revela en el Fenix
y se acerca a tus brazos.
Quietas las aguas del Undoso son,
de común,
pero a veces las he visto rugir,
arrastrar, destruir e inundar….
cuida que cada gota
del salino surtidor de mis ojos
puede ser una espada,
una flecha
o una daga
al igual que un poema o un jardin.
Quien bebió las aguas de nuestra tierra
lleva en el alma y los ojos
miel de la campiña
hecha besos de mujer
y lanzas de filoso acero
guardado en el corazón de
cada hombre para amar la libertad.
No mires mas mis ojos por hoy;
brindemos al amor.
Si, al amor.
Pero a ese amor
que nuestras madres guajiras nos sembraron en la piel;
amor a la tierra…
amor a la tierra,
a la flores,
a la vida,
a la patria cubana
y a la patria chica de nuestra comarca sagüera.
Y si por amor
cantamos un himno de redención,
y si a este adjuntamos un poquito
de esencia de corazones delirantes,
de ausencias cantadas por ti,
por mi
y por ellos…
y lo servimos en una bandeja
llena de ostiones sentimentales
que nuestras vidas se inventen
para un dia regresar,
aunque sea en camillas,
ya no volverás a ver
el salitroso liquido en
la mejilla
de un hombre…
y vibrarás

©grf2008

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