Cuando nací bajo la torrencial lluvia que nos cubría, la comadrona me expuso al aire para que la lluvia, ducha noble de aguas puras lavara mis huellas de lo pasado y me hiciera limpio para tus labios.
Muchas tierras pasaron bajo mis pies, más aguas aún bajos las quillas de mis naves...y no te veía.
Hace unos días miraba hacia atrás hacia uno de los caminos por mis tiempos pisados y allí estabas tú.
Curioso montoncito de cabellos, ojitos y travesuras de pirulí acaramelado, jugando en el portal.
¿Quién eres? ¿Eres tú acaso aquella pequeñina que reía de sus maldades al tirar del cabello de las brisas? ¡Pilla que eras! Las flores de aquel jardín se marchitaron, los jardineros se marcharon a las tierras del norte, las arenas cubrieron los museos y los hicieron de arenas y la campiña entristecida ni puede llorar porque le falta la sal de la tierra para aguarse los ojos. Pero tú te alejaste. Lejos al viento, alto a las nubes, silente al violín. Otras armas tocaron a danzas, de esas danzas que los mares hacen olas y las golondrinas travesías.... Un balcón se abre en quimera y de los ojos del cielo brota una luz.
No, no es que se aleja ni que llora ni que se queja, es que la vida a su paso va sembrando los sueños....esos sueños que se tornan en miradas, en suspiros, en poemas y que el cielo los mira, los oye, los aplaude.
Hoy las sombras no existen solo el silencio, ese silencio que a gritos del alma se escucha solo con una grande e inmensa pasión...una de esas pasiones nunca se cantan, que nunca son admiradas y que sin embargo crecen a cada minuto con la más poderosa de la razones de vivir en el humano. Porque las más de las veces es silencio el rapto de las siervas, el canto del ruiseñor que está en lo alto y el silbido del viento del norte allá en la tierra. Nieves hay. No sé donde, ni porqué, pero nieves hay. Soledades del te quiero abundan en los labios de las novias y dolores de ausencias se clavan en los pies del navegante. ¿Qué importa si una ola arrastra caracolas? La corriente del mar siempre regresa. Mas las almas que viven separadas ni se alejan, ni viven, ni se acercan ni se quejan, nadan. Nadan en un mar sin aguas, en un desierto sin arenas en un nada en medio de un todo en donde se cultivan las razones y se pierden por esconderse los derechos. Es un mundo muy ajeno.
Un mundo muy ajeno recargado de verdes plantaciones de multicolores mariposas, de libélulas que pretenden ser las reinas y de grillos que enervan las madrugadas para que los amantes no se duerman.
Una quimera se eleva al firmamento sin saber si es mujer o es mariposa bajo la observación curiosa de un sol naciente que ante tanta ingenuidad. ¡Pobre de aquél! La primavera le sorprende en el camino, le cruza el verano y envejece y el otoño le rasca las espaldas. Días y mas, son sus caricias. Allá, más abajo del camino hay un riachuelo, nadan las ves, ríe la garza, corren los gamos y surgen las flores.
Nada de hojas al viento como en primavera con vendabales , nada de llantos, nada de quejas, solo unos besos que resuenan en tus mejillas y una sonrisa tenue que me dice que me quieres.
Son las nieblas de las horas de mis sueños, las caricias de un astro misterioso, de una tierra que se desliza entre tus brazos y mis sueños y que me da calor al caer cansado del camino. Truenos, ni sustos me dan, me dan caricias eternas de cocuyos perdidos en la aldea, mientras buscan el centro de tu luz. Nada de sueños ahora están despiertos, mañana viajarán, quien sabe a hacía que mundos, o tal vez hacia tus senos. Somos muy muchos los que miramos sin ver, amamos sin saber, creemos sin poder y rodamos sin ruedas redondas ser.
Debajo de la nube cae la lluvia; la misma que me bañara allí al nacer; solo que ahora luce el sol, allí por un rincón de la maleza un avecilla herida espera ansiosa el paso del hombre para huir del gato que la espera. Hombre, ave y cazador en la gotera que del techo cae y no te veo adonde estás. ¡Guay de mí!
Mi nave lleva siglos navegando... las aguas de mi mar son muy, muy claras y se hacen arenas con tus besos para amar al edificio de la vida. No, no es el árbol que se mece, es tu corazón que se hace miles de uno a cada paso que te encuentro. ¿Me amas? ¿Te amo? ¿Qué creen los otros, sabes tú?
Sigue la lluvia sobre mi tierna cabecita allí en la noche mientras bebo sin saber de qué fuente sale al agua, pero es que la comadrona en lo alto de sus brazos me sostiene, para darme ante dios mi primer baño, ante ti mi primer beso y ante el mar un son de atunes. Nada nuevo, nada viejo, nada muerto, todo es vida; he nacido creo que para ti y necesito de tus besos. Mañana será muy tarde, apura esta copa hoy;
Muchas tierras pasaron bajo mis pies, más aguas aún bajos las quillas de mis naves...y no te veía.
Hace unos días miraba hacia atrás hacia uno de los caminos por mis tiempos pisados y allí estabas tú.
Curioso montoncito de cabellos, ojitos y travesuras de pirulí acaramelado, jugando en el portal.
¿Quién eres? ¿Eres tú acaso aquella pequeñina que reía de sus maldades al tirar del cabello de las brisas? ¡Pilla que eras! Las flores de aquel jardín se marchitaron, los jardineros se marcharon a las tierras del norte, las arenas cubrieron los museos y los hicieron de arenas y la campiña entristecida ni puede llorar porque le falta la sal de la tierra para aguarse los ojos. Pero tú te alejaste. Lejos al viento, alto a las nubes, silente al violín. Otras armas tocaron a danzas, de esas danzas que los mares hacen olas y las golondrinas travesías.... Un balcón se abre en quimera y de los ojos del cielo brota una luz.
No, no es que se aleja ni que llora ni que se queja, es que la vida a su paso va sembrando los sueños....esos sueños que se tornan en miradas, en suspiros, en poemas y que el cielo los mira, los oye, los aplaude.
Hoy las sombras no existen solo el silencio, ese silencio que a gritos del alma se escucha solo con una grande e inmensa pasión...una de esas pasiones nunca se cantan, que nunca son admiradas y que sin embargo crecen a cada minuto con la más poderosa de la razones de vivir en el humano. Porque las más de las veces es silencio el rapto de las siervas, el canto del ruiseñor que está en lo alto y el silbido del viento del norte allá en la tierra. Nieves hay. No sé donde, ni porqué, pero nieves hay. Soledades del te quiero abundan en los labios de las novias y dolores de ausencias se clavan en los pies del navegante. ¿Qué importa si una ola arrastra caracolas? La corriente del mar siempre regresa. Mas las almas que viven separadas ni se alejan, ni viven, ni se acercan ni se quejan, nadan. Nadan en un mar sin aguas, en un desierto sin arenas en un nada en medio de un todo en donde se cultivan las razones y se pierden por esconderse los derechos. Es un mundo muy ajeno.
Un mundo muy ajeno recargado de verdes plantaciones de multicolores mariposas, de libélulas que pretenden ser las reinas y de grillos que enervan las madrugadas para que los amantes no se duerman.
Una quimera se eleva al firmamento sin saber si es mujer o es mariposa bajo la observación curiosa de un sol naciente que ante tanta ingenuidad. ¡Pobre de aquél! La primavera le sorprende en el camino, le cruza el verano y envejece y el otoño le rasca las espaldas. Días y mas, son sus caricias. Allá, más abajo del camino hay un riachuelo, nadan las ves, ríe la garza, corren los gamos y surgen las flores.
Nada de hojas al viento como en primavera con vendabales , nada de llantos, nada de quejas, solo unos besos que resuenan en tus mejillas y una sonrisa tenue que me dice que me quieres.
Son las nieblas de las horas de mis sueños, las caricias de un astro misterioso, de una tierra que se desliza entre tus brazos y mis sueños y que me da calor al caer cansado del camino. Truenos, ni sustos me dan, me dan caricias eternas de cocuyos perdidos en la aldea, mientras buscan el centro de tu luz. Nada de sueños ahora están despiertos, mañana viajarán, quien sabe a hacía que mundos, o tal vez hacia tus senos. Somos muy muchos los que miramos sin ver, amamos sin saber, creemos sin poder y rodamos sin ruedas redondas ser.
Debajo de la nube cae la lluvia; la misma que me bañara allí al nacer; solo que ahora luce el sol, allí por un rincón de la maleza un avecilla herida espera ansiosa el paso del hombre para huir del gato que la espera. Hombre, ave y cazador en la gotera que del techo cae y no te veo adonde estás. ¡Guay de mí!
Mi nave lleva siglos navegando... las aguas de mi mar son muy, muy claras y se hacen arenas con tus besos para amar al edificio de la vida. No, no es el árbol que se mece, es tu corazón que se hace miles de uno a cada paso que te encuentro. ¿Me amas? ¿Te amo? ¿Qué creen los otros, sabes tú?
Sigue la lluvia sobre mi tierna cabecita allí en la noche mientras bebo sin saber de qué fuente sale al agua, pero es que la comadrona en lo alto de sus brazos me sostiene, para darme ante dios mi primer baño, ante ti mi primer beso y ante el mar un son de atunes. Nada nuevo, nada viejo, nada muerto, todo es vida; he nacido creo que para ti y necesito de tus besos. Mañana será muy tarde, apura esta copa hoy;
liba de ella mi licor que es la vida que te ofrezco y si de ella nunca bebes,
¿cómo sabrás cuanto te amé?
La tierra se aplanó al verte un día, la montaña también se abrió a tu paso y yo, allí, bañado en la obscuridad por esa lluvia que me hizo limpio, claro, libre y solo como águila en lo alto mas sin nido.
¿Qué puedo decir? ¿De qué estoy hecho? No soy flor mas lluvia soy; no del cielo, no del mar. A veces la sal llena mis ojos, otras mis ansias de sal son, y saladas las aguas de tus baños para embellecerte para mí. No dudes nunca; yo estoy contigo. ¿Dónde? Poco importa; dondequiera que las aguas corran, porque un poco de mi vida y en mi vida de agua soy. ¿Qué te me escapo de vez en cuando entre los dedos dices? ¿Pero es que acaso no soy de agua?
Si quieres que me endurezca para poder sujetarme como agua soy me convertiría en hielo...y sé que no te gusto en frio. Ya no queda ola en el mar sin mis alientos, ni soplo de la brisa en las velas de mis naves sin tus besos, la orquesta que tocaba allá en el puerto silente está cuando tu duermes y solo un violín distante y remolón nos da sus notas. Son las trece del silente recordar; reloj de sierpes hecho manatí....manatí que nada torpemente y que ama roncando como el cerdo. ¿Qué me importa a mí el becerro que recorre la sabana sin rumiar? Allá el cocuyo que se encanta al pasar una doncella por su lado, o el cencerro colgando del cuello de una vaca. Yo los oí a todos al nacer bajo mi lluvia, esa lluvia que hizo el cielo para mí.
No me guardes del molino, la noria y el molino allí estarán hasta que el trigo y el tabaco te celebren las delicias del humo y el buen pan. Las aguas bajo el puente llevan besos y caricias para regalar a las sirenas y los hombres de la tierra nunca saben que allí sus besos en los labios de aquellas viajarán.
¿Qué quieres saber, que te amo?
¿cómo sabrás cuanto te amé?
La tierra se aplanó al verte un día, la montaña también se abrió a tu paso y yo, allí, bañado en la obscuridad por esa lluvia que me hizo limpio, claro, libre y solo como águila en lo alto mas sin nido.
¿Qué puedo decir? ¿De qué estoy hecho? No soy flor mas lluvia soy; no del cielo, no del mar. A veces la sal llena mis ojos, otras mis ansias de sal son, y saladas las aguas de tus baños para embellecerte para mí. No dudes nunca; yo estoy contigo. ¿Dónde? Poco importa; dondequiera que las aguas corran, porque un poco de mi vida y en mi vida de agua soy. ¿Qué te me escapo de vez en cuando entre los dedos dices? ¿Pero es que acaso no soy de agua?
Si quieres que me endurezca para poder sujetarme como agua soy me convertiría en hielo...y sé que no te gusto en frio. Ya no queda ola en el mar sin mis alientos, ni soplo de la brisa en las velas de mis naves sin tus besos, la orquesta que tocaba allá en el puerto silente está cuando tu duermes y solo un violín distante y remolón nos da sus notas. Son las trece del silente recordar; reloj de sierpes hecho manatí....manatí que nada torpemente y que ama roncando como el cerdo. ¿Qué me importa a mí el becerro que recorre la sabana sin rumiar? Allá el cocuyo que se encanta al pasar una doncella por su lado, o el cencerro colgando del cuello de una vaca. Yo los oí a todos al nacer bajo mi lluvia, esa lluvia que hizo el cielo para mí.
No me guardes del molino, la noria y el molino allí estarán hasta que el trigo y el tabaco te celebren las delicias del humo y el buen pan. Las aguas bajo el puente llevan besos y caricias para regalar a las sirenas y los hombres de la tierra nunca saben que allí sus besos en los labios de aquellas viajarán.
¿Qué quieres saber, que te amo?
Léelo en mis ojos.
Don Gilberto
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